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Tony Ávila en concierto en Caibarién

Tony Ávila en concierto en Caibarién

(Más allá de la choza de Chicha y Chacho)

Cada 9 de enero los caibarieneses disfrutan de la actuación de trovadores invitados al Longina; a veces descargan todos ellos, liderados por la Trovuntivitis, otras, uno de los invitados asume el concierto que nos beneficia como sitio donde naciera el trovador que inmortalizó a la hermosa Longina y tierra donde descansan unidos para la eternidad la Musa y el Bardo.

En estos casi veinte años del Longina, los primeros trovadores dejaron de ser jóvenes, otros llegaron con nuevos y viejos aires, las presentaciones cambiaron de sede: frente al sitio donde antaño estuvo la casa natal de Corona, en el patio que lleva su nombre en la UNEAC o, como en este caso, frente al monumento a José Martí en el paseo del mismo nombre.

Asidua a estos homenajes que comienzan con la peregrinación de los trovadores de todo el país asistentes al Longina hasta el cementerio local y terminan con el mencionado concierto nocturno, acudí en esta edición, 2015, y me encontré de pronto entre un público algo diferente al de ocasiones anteriores.

Había corrido la voz, la emisora de radio y el canal comunitario de televisión local lo dijeron durante dos días previos: Tony Ávila, a las nueve de la noche, el nueve de enero. Y la gente agregaba, como si no lo supiéramos todos: “el de la choza de Chicha y Chacho”.

Pues, así llegamos a Tony Ávila, unos pocos conociendo buena parte de sus letras, otros muchos pidiendo la famosa choza o Timbirichi, otro éxito del momento. Y créalo, nos divertimos…pero “con sustancia”, con materia gris de por medio…desde los primeros minutos la inconformidad y la diversión se dieron la mano para bailar una guaracha.

Preocupaciones sociales relacionadas con la economía nacional, los valores o la crisis de ellos, la emigración, el amor…expresadas con retruécanos y metáforas que se prestan al juego de “entiende lo que tú quieras” como en homenaje al Guayabero, frases como saetas “directo al pulmón” y buena ejecución musical de un grupo de jóvenes a quienes Ávila se ocupó de dejar ejecutar en su tránsito del son a la canción y hasta al bossa nova. Así fue el concierto.

Créame que si bien la disfrutamos, la famosa choza no se llevó el premio de la popularidad: Tiene que haber de tó, Balsero, Nacimiento, Alunizando, fueron las preferidas y coreadas sin cansancio.

El público hizo de todo: bailó por parejas y grupos, coreó incitado por la trova inteligente,  asintió y aplaudió ideas que eran las suyas aun cuando no tuviera recursos literarios para expresarlas de tal modo, y al final nos fuimos a casa con una alegría “sabrosa”, sonrientes y ligeros, con el cerebro fresco y activo como quien acaba de hacer el amor.

Los titulares de la prensa dirán hoy: Exitoso concierto de Tony Ávila en Caibarién; la gente, por su parte, se dirá: Ese Tony Ávila tiene mucho más que la famosa choza…

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