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Identidad de Caibarién

Identidad de Caibarién

Un amigo, a punto de presentar su tesis para graduarse de Periodismo en la universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas, me pide el concepto de identidad de Caibarién, !vaya tarea!, pues no me considero experta ni mucho menos, me avala solamente la experiencia de diez años como directora y escritora de un programa de Radio Caibarién que explora en cómo somos los de este pedacito de costa. Pero la amistad está primero, además, en el "centro de altos estudios" como se usa decirle, nadie me conoce ¿qué pierdo? ahí está mi opinión.

Como toda Cuba, los de Caibarién somos la mezcla siempre cambiante, movible, interactiva, del elemento aborigen (más presente de lo que se reconoce habitualmente) el superestrato español, impuesto a sangre y fuego, el negro, de cultura resistente traído por fuerza, y  otras muchas influencias de menor cuantía, pero que dejaron huella, en nuestro caso la china y la israelí; incrementadas y variadas en el constante intercambio que propició la condición de localidad costera, cuyo principal factor de desarrollo económico fue el comercio marítimo desde que los corsarios y piratas nos preferían para el comercio de rescate o el saqueo a la vecina Villa de San Juan de los Remedios, continuado luego con la actividad portuaria que recibía embarcaciones sobre todo de los Estados Unidos durante la etapa prerrevolucionaria, y rusas o del antiguo campo socialista después del 59 del siglo XX, intercambio cultural que se mantiene, aún cuando desapareció la actividad portuaria, a través del nuevo rubro económico fundamental en la actualidad, que es el turismo.

De ahí nos viene el cosmopolitismo, el afán de “ciudad grande”, la convicción de ser importantes, la no resignación ante imposiciones “de ciudades tierra adentro”, la negativa a considerarnos guajiros, la autosuficiencia para escribir sobre temas del mundo, una fuerte añoranza por tiempos pasados con un florecimiento económico que repercutía en las construcciones y servicios de la ciudad, y un fuerte sentido de pertenencia, que logra aún cuando estemos dispersos hasta en los más remotos lugares, que mantengamos el ancla echada en Caibarién.

Sin que el nivel de instrucción sea más alto que en resto del país, desde siempre buen número de caibarienenses y en muchos casos de forma empírica, conocen idiomas,  han viajado, tienen familiares en el extranjero, fundamentalmente en los Estados Unidos y Europa (la cercanía a los Estados Unidos es factor importante en las migraciones en todos los tiempos hacia aquel país).

Caibarién tuvo las primeras transmisiones de radio de Cuba, líneas directas de barcos hasta Nueva York, comunicación constante y directa con la capital, periódicos y revistas que circularon en el país y en América Latina,  ese intercambio le permitió tener desarrollo del teatro y la literatura y también, a lo largo de sus 179 años de fundada, pintores, músicos y deportistas de talla mundial.

En resumen, somos una mezcla bastante similar al resto de los cubanos, sobre todo marcados por eso que Barnet llama "insularidad", pero, en nuestro caso, mantenida en constante movimiento por el factor geográfico y todo el intercambio cultural que de él deriva.

4 comentarios

Frank J Garcia -

Caibarién tenía ferrocarril a finales de los 1860. Y la actual estación de ferrocarril de camajuaní, la de Remedio y la de Caibarién son construcciones de esa época. El puerto de Caibarién por su importancia para el azúcar hizo que Caibarién fuera uno de los primeros pueblos en Cuba y todo latino América en tener una estación de ferrocarril.

Frank J Garcia -

Todavía existe la colonia China en el paseo Martí?

raisa -

tienes razón, incluso en la parranda hay elementos de la cultura china, y cuántas veces el tema de nuestras carrozas fue el mar, pero también los temas exóticos de otras tierras, ah, que si hablamos de identidad, como dice un slogan de mi programa de radio, somos "únicos, irrepetibles, disímiles y coincidentes".

maité -

No olvides la parranda, esa fiesta que matiza nuestra forma de vestir, los colores de nuestros pintores, una lata sonando por cualquier alegría