Caibarién, todo el tiempo de la Parranda
Desde el mismo nacimiento cada habitante de Caibarién tiene, además de sus datos de identidad como sexo, color de la piel, apellidos y dirección de residencia, otra diferenciación: lomero o marinero.
Esa será la condición que más defenderá el resto de su vida, pues si bien algunas veces debemos discutir nuestras preferencias sexuales, o enfrentar alguna batalla verbal con quienes hagan bromas sobre un negro o un chino, y en el caso de Caibarién también se discute con frecuencia por los apodos que denotan a familias enteras, esas son discusiones ocasionales, mientras que cada diciembre la batalla es campal por demostrar cuál de los dos barrios La Loma o La Marina, ganó en la Parranda.
Pero la Parranda en Caibarién no empieza ni termina; según se tiran los últimos fuegos, cada barrios recorre su triunfo, porque ninguno reconoce haber perdido, ya se comienzan a hacer proyectos para la siguiente y los miembros de las directivas y voluntarios fanáticos empiezan a acopiar lo que necesitarán en el próximo enfrentamiento.
Desde noviembre, de forma alternativa, cada domingo un barrio desfila con su música (llamada changuí), y tras él los partidarios y también los “enemigos”, apostados en la esquina para el combate verbal y a veces… Llegado diciembre, aprietan el paso, se hacen desafíos, se esconden datos, preparan sorpresas, es la hora en que Risley, el presidente de La Marina, dice que no le da tiempo a terminar (cuando en realidad casi todo está listo) para que los lomeros se rían de él en público, se confíen y “quien ríe último…”
En Caibarién, ver armar las carrozas durante los tres días previos al desfile es toda una fiesta, cada barrio con sus seguidores y los admiradores deslumbrados con la subida de cada pieza y el correspondiente mortero de luces de celebración.
Así estuvo nuestro viernes 17 de diciembre de 2010, según el fotógrafo Erisbel Bosch. Mañana estarán listas y será la Gran Noche.
1 comentario
Jesús Risquet Bueno -