EL PUEBLO DE LOS NOMBRETES, SEGÚN MENÉNDEZ GALLO
Mi amigo el escritor Rogelio Menéndez Gallo me envía otro de sus sustanciosos y jodeosóficos artículos sobre Caibarién, La Villa Blanca, la tierra de los cangrejos o El Cayo, porque también este pedacito de Cuba tiene muchas formas de llamarlo para no ser menos en el asunto de que somos "el pueblo de los nombretes" (por cierto, quien nos puso el "nombrete" fue nada menos que Samuel Feijóo), y para quienes no sepan qué es un nombrete lo mejor sería que vinieran a Caibarién donde cualquier incidente, rasgo fisonómico o... lo menos pensado, puede dar lugar a que lo rebauticen sin pedir consentimiento; pero si no le es posible llegarse acá por ahora, lea...
Reconocido Caibarién como el pueblo de los nombretes por la jodeosofía (parte de la filosofía que se ocupa del estudio y aplicación práctica de la jodedera autóctona en el mundo de las artes, la literatura, el folklore y en la vida misma) ilustra con el ejemplo cargando dos apodos históricos: La Villa Blanca y el Cayo, amén de otro colectivo para sus hijos: los cangrejeros.
Así las cosas, los jodeosóficos de la rama cultural se han dedicado a través de la historia de la localidad (que ya anda por los l75 octubres en este 2007) a rescatar pacientemente los motes olvidados; indagar de igual modo acerca de los árboles genealógicos que los otorgan al nacer cuales títulos nobiliarios, y a jugar un papel importante confiriéndolos a los futuros nobles desde la niñez temprana en los distintos barrios. Un proceso continuo, dialéctico, creador, infinito, original sin lugar a dudas.
En esta labor científica, los investigadores han sabido seleccionar nombretes y calificar las causas de los mismos, teniendo en cuenta no solo el factor hereditario, sino los físicos, espirituales, de oficio, morales; profesión o actividad de cada personalidad. Y por supuesto, ellos tampoco han escapado del alias conferido, regularmente de chico.
El poeta y dramaturgo Ramón Arenas (Ramiro de Armas como seudónimo periodístico y literario) recreó para el arte popular, centenares de apodos de coterráneos, utilizando a la reina poética de la cubanía: la décima.
Luego entonces, me dispongo en lo adelante a destacar en tal sentido, un breve muestrario de la obra de Arenas. Nunca un análisis literario sobre el rigor poético de las décimas, pues llegaron a mis manos por tradición oral y se aprecia a simple vista que algunas están descalificadas técnica y literariamente. Se trata con la propuesta, hacer patente el rico patrimonio cultural de nuestros pueblos, en los que jamás falta el típico humor cubano.
Sí resulta saludable señalar, la singular vinculación de medio marino que prácticamente rodea a Caibarién con la mayoría de los motes, así como el uso de los artículos las-los, por medio de los cuales, el poeta da a conocer justamente, como suelen manifestarse los linajes en familias completas. Por otra parte debo recordar que, esta colección data de la primera mitad del siglo XX y que por tal motivo, ya en los inicios del tercer milenio y en renuevo incesante, otros millares de motes aguardan por ser integrados a obras del más genuino folklore.
Así que del monumental catálogo poético de Arenas,--se habla de que escribió un cuaderno contentivo de cien décimas con la misma temática-- rescaté a duras penas una decena, que dan idea del conjunto de esta obra no solo inédita; sino desaparecida del tesoro familiar..
(l)
Comenzando este trillito
De apodos estrafalarios,
Tenemos los Millonarios,
El Parguete y Alambrito.
Guarapo, Culibajito,
Cangrejón y Huelemoco,
Pececito, Mantecaecoco,
Lebisa y la Cagalera,
Los Jutíos, Regadera,
Seboruco y Socotroco.
(2)
Guárana y Manomuerta,
Pataderrumba y Bilongo,
Peseta, Guasa, Moñongo,
Langostón y el Auratuerta.
Trasponen la misma puerta:
Perrochino, Viejoloro,
Ña ñajúa, los Lindoro,
Patrón, Serafín la Chiva,
Verrugato, Muertaviva,
Mermelada y Comodoro.
(3)
Quijano, Chopa, Portillo,
Guajaco, Ronco, los Papa,
Serrucho, Melón, Surrapa,
Juan Jimagua y el Palillo.
Mediopeje, Monaguillo,
Piojobizco, La Guabina,
Culoepalo, Gabardina,
Tibor y Pepe Guataca,
Singuilla, Antonio la Rata,
Ancla, Marea y Machina.
(4)
Choncholí y la Pelotica,
Juan Velero y Corojito
Los Tarecos, Platanito,
La Corúa y Chancletica.
Los Macalla, la Cotica,
Dientefrío, Viento en Popa,
Cubereta, Moscaensopa,
Bocaejaiba, Patiseco,
Tiburonas, Mocoseco,
Los Peocosío y Pocarropa.
(5)
Detrás vienen los Cachucha,
Diego el Bizco y Morrongones,
Caimanes y Escobillones,
Los Mascamierda y los Trucha.
Don Culillo, los Lechuza,
Cangrejito y Caraveo,
Alcatraz-cagón, el Peo,
El Remo y las Bollorico,
Siquitrilla, Tototico,
Cornúa-Cruz y Bichofeo.
(6)
Los Liborio y Burundanga,
Calabrote, el Carateño,
Nico-Baliza, el Isleño,
Rabirrubia, Neñé y Langa.
Moropoecherna, Malanga,
Mojarra, y el Ciguatera,
El Chipojo, la Manguera,
Frijolillo y Yaguajay,
Machangoli y el Camay.
Sapo, Sijú y Minutera.
(7)
Las Pisabonito, Guaguanchón,
Juruminga y Cacharrito,
Pandegloria, Matojito,
Chapín, Picúa, y Chichón.
Huevoetoro y el Ratón,
Los Cayuco y la Sardina,
Sotavento y la Canina,
Quindoya, Piojón, Mereje,
Caguama, Loro y el Peje,
Bocachula y Nicotina.
(8)
Peje-perro en el rincón,
Pito y Macabí en la esquina,
Mongo el Pelú está que trina,
Con Cascarrú y Tiburón.
Escupitajo y Sansón,
Mortadella quiere pan,
Se lo explica con afán,
A Sargazo y Picadillo
Y rascándose un tobillo
Viene Manolo Cancán.
(9)
La colección se completa
Con la Quilla y Mondonguito,
Barlovento y las Churrito,
Butifarra y la Chancleta.
Los Peinefino, Cagueta,
Los Mogollones, Mandaca,
Las Tiemplaisigue, Biajaca,
Los Chalanes, Parientico,
Las Dráculas, Buchito, el Rico,
Los Salistre y Calandraca.
(10)
Faltan en este barullo
Que parece no tener fin,
Puertoviejo, Puercoespín,
La Palanca y el Andullo.
Cada cual tiene lo suyo
Dentro de este recorrido:
Chaparrita, Barcohundido,
Puenterroto y Calamar,
Litoral y Ras de Mar,
Cantarrana y Los Jodido.
“El pueblo de los nombretes”, así calificó en una ocasión el genial Samuel Feijóo a Caibarién, con pleno conocimiento de causa. Había acabado de llevar a cabo una de sus frecuentes investigaciones folklórica en la antigua provincia de Las Villas.
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