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Poemas de alguien para un otro cualquiera

Casa Marina

Al fondo la Casa Marina que dio origen a estos versosUn poema de Octavio Smith ( de los poetas de Orígenes)

Casa marina, iridiscente tuve,

sienes tersas para la amiga linfa sigilosa

del aire en la ferviente galería,

su azuleante, vivaz, rizado colmo.

 

Con pulcro, traslúcido redoble de cristales

se abrían festoneados los salinos envíos,

mojados del fresco oleaje onírico asestado

por el mar en diálogo brioso.

 

Inmerso en la isla extática y hialina.

asistíame el recio maderamen

de sobrio azul con su estatura

de reposado nauta,

con tácita afición, mi deudo misterioso.

él componía lo interior, el vuelo

fiel de la luz atesorada

que umbroso tornasol era o ritual

recuento de las joyas de mi estirpe.

Casa cogida por el mar, poblada

de intrépidos tesoros de pausado rielar.

Dones sutiles, sigilosos rielaron en mis labios.

Absorto bebí, comprometido fantasioso oyendo

mi presteza en susurro de latente velamen.

Conchas los días de estable claridad oreada,

dulcemente veteados de próvidos rumores,

ágil trama de iris vibrátiles, llevábanme,

enunciados eran por la amistad del tiempo como un cálido

labio al oído enciende morosas maravillas.

 

Era el amable, solitario príncipe,

su dorado manto en taciturno oleaje,

era el ocio espaciándose para que yo lanzara

mi respuesta en enfático tejido cabrilleante.

Era mi reino que me aguarda

temblando de incorpórea lozanía,

preso en el timbre incierto de mis manos

conducidas a magra disidencia.

Cristalizado ya su esbelto desamparo,

su tersa llama en urna asordinada

donde solo el calor persiste y aletea,

carne evadida cuándo de mi carne.

 

Casa marina, reino de sal rielante tuve

y destronado fui mientras dormía.

Pocos saben

Pocos saben

He perdido mis zapatos

de andar la madrugada,

la sombrilla intangible

para ir al aguacero.

Me han robado

los minutos de ensueño

en que hago el amor.

Soy de todos

menos mía, tuya.

He venido a ser

una máscara alegre

de lo que esperan

de mí.

No me creas por eso

mansa

hecendosa

ecuánime.

Pocos saben

que contengo

la explosión

para no hacer

tantas locuras cuerdas

que pugnan

por salir.

Extraño poema de amor de alguien que no quiso decir su nombre

Extraño poema de amor de alguien que no quiso decir su nombre

 

 

 

II

Y este aleteo en el cerebro
que se me sale por las pestañas
Y este latido a la altura de la garganta
que me hace parecer más aturdida
Y te saludo con la mano
pero te miro la boca
Y me besas en la cara
pero me miras las manos