Ramiro de Armas, el intelectual desconocido
								
				
				Investigar sobre cualquier figura de la cultura cubana implica  grandes retos, tanto si es muy conocida como si de su trayectoria se ha  divulgado poco; el segundo caso sucede con Ramón Arenas Hernández, quien  con el seudónimo de Ramiro de Armas, fundó varias publicaciones que  trascendieron los límites locales de su Caibarién natal para extender su  alcance hasta Latinoamérica, entiéndase con ello no solo la circulación  en diversos países del área, sino el enfoque de los artículos allí  publicados.
Por otra parte, su activismo cultural lo llevó a ser  actor y director de teatro, poeta y promotor fundador de la Casa de los  Poetas donde encontraron cobijo en sus inicios quienes luego serían  grandes figuras de las letras cubanas.
La información preliminar  apunta hacia un hombre que por los años treinta y cuarenta del siglo  veinte se relacionó con figuras como Severo Bernal, Luis Carbonell, El  Indio Naborí, Raúl Ferrer, Dora Alonso o Gabriela Mistral. De ahí que el  objetivo de este trabajo es investigar los aportes a la cultura local y  nacional del promotor cultural, poeta y periodista de Caibarién, Ramón  Arenas Hernández, conocido como Ramiro de Armas, seudónimo con que firmó  la mayoría de sus trabajos.
Breve biografía
Ramón  Arenas Hernández nació en Remedios el 27 de agosto de 1904, pero fue  inscrito en Caibarién donde residió desde sus primeros días. Desde  edades tempranas desempeñó los más diversos oficios, fue mensajero,  dependiente de bodega, cartero, pesador de azúcar y maestro de academia  para adultos, entre otros.
En esos años mostraba inquietudes  literarias y artísticas, de 1928 al 30 actuó en compañías de teatro como  la Piñeiro-Arredondo y luego fundó la suya junto a Paco Zaragoza.
A  partir de 1937 tiene una labor periodística muy activa, en ese propio  año fue delegado a la Primera Convención de Periodistas del Interior  efectuada en Santa Clara, del 39 al 43 es jefe de redacción de Radio  Información en Radio Salas, lo que alterna con labores de locución y  programas de carácter literario.
En 1941 es delegado al Primer  Congreso Nacional de Periodistas de la Asociación de Reporters de La  Habana y en 1943, delegado a la Asamblea Nacional de Periodistas del  Interior, en La Habana. En 1942 se gradúa como locutor.
Desde  1943 hasta 1948 es jefe de redacción de Tierra Libre y Labor,  publicaciones agrarias al servicio de la Asociación de Colonos de Cuba.  Por ese tiempo también funda las revistas Rumbos Nuevos y Archipiélago a  las que por sus proyecciones y alcance dedica mayor espacio esta  investigación. El 10 de agosto de 1944 se titula como periodista  colegiado, número 854, de la escuela Manuel Márquez Sterling.
Entre  1949 y 1954 es secretario personal del Ministro de Salubridad. En 1955  hace sustituciones como corrector y otros empleos en El Mundo, El Diario  de La Marina e Información.
De 1959 al 61 fue delegado a la Asamblea  Nacional de Periodistas por el Colegio Provincial de La Habana. Entre  1961 y 1973 labora en Caibarién en diversas especialidades de imprenta y  se mantiene vinculado a la cultura como declamador invitado a tertulias  en Remedios y Caibarién.
Falleció en 1986, a los 82 años de edad.
Ramiro de Armas, periodista
A  los 21 años de edad, como pesador del Central Reforma, fundó su primer  periódico, nombrado La Oscuridad, en referencia al horario en que lo  hacía, escrito a mano en las madrugadas, tenía entre dos y cuatro  páginas y se hacía en el papel de los partes diarios del laboratorio.  Rivalizaba con La Política reformista del remediano Roberto Santorja que  circulaba en el turno de las seis a las doce de la noche.
Fue fundador en 1925 de la Asociación de Prensa de Caibarién y su presidente en varias etapas.
Llama  la atención la cantidad y variedad de publicaciones periódicas en que  colaboró, desde revistas especializadas como Tierra Libre, de  agricultura, o El mecánico dental, de Odontología.
La publicación  que marcó el antecedente más valioso de Rumbos Nuevos y Archipiélago  fue Cúspide, revista editada por José Cabrera Díaz en el Central  Merceditas, en La Habana, donde Ramiro de Armas se empleó como redactor y  de la cual mantuvo relaciones importantes con escritores que luego le  colaboraron. 
Colaboró también con otra importante revista  llamada Villa Blanca, fundada por los hermanos Ernesto y Claudio Crespo  Frutos en La Habana, de la cual fue redactor por seis años.
Entre los  años 1925 al 48 colaboró, además de las publicaciones mencionadas, en  más de una docena. En ellas usó enorme cantidad de seudónimos como Kaín,  Raymond, El Puyón, Juan Pescao, Cáscara; y a partir de El Meridiano en  1929 comenzó a firmar Ramiro de Armas. 
Rumbos Nuevos
Esta  revista se publicó de diciembre de 1935 a octubre de 1937, era el  órgano oficial de la Sociedad Juventud Indoamericanista, de tendencia  izquierdista, con sede en Quito, Ecuador. Su director era el también  caibarienense Quirino Hernández, pero Ramiro de Armas era la principal figura intelectual del consejo de redacción.
Promovía  en sus páginas la unidad entre los países del centro y sur americano,  la defensa consciente de sus valores culturales y naturales, la  protección de sus economías y recursos y el conocimiento de la historia  de nuestras naciones, así como las relaciones pacíficas y sólidas entre  los países. Su lema era: “Por la Patria grande que soñó Bolívar:  Hispanoamérica”.
Rumbos Nuevos se aparta intencionalmente de la  presa localista y banal de aquellos tiempos para plantear temas de mayor  relevancia y variedad, y hacer circular sus ejemplares en toda  Hispanoamérica, a la cual iba dirigido su contenido.
Especialmente  redactadas por Ramiro de Armas se destacan las secciones Arte y  Literatura y Cartas a un hispanoamericanista, en la primera enjuicia la  obra de un poeta destacado del área, en el primer número se dedica a  Rubén Darío y sucesivamente emite opiniones sobre Amado Nervo, José  Santos Chocano, Gabriela Mistral, Agustín Acosta y Juana de Ibarbourou,  entre otros.
Por su parte, la sección Cartas a un  hispanoamericanista responde a cartas de lectores, distribuidas de forma  tal que en cada edición se refieran a  un país, en esos artículos  resalta los valores del país en cuestión, el estado calamitoso de  nuestras economías y la explotación por los Estados Unidos de nuestras  riquezas.
Si hay en tu suelo una constitución que le da al  “yanqui” las prerrogativas de “intervenir en cualquier punto de esa,  para establecer la paz y el orden público cuando fuere turbado”, en la  nuestra también existe aquesta, por causas distintas, pero el mismo fin. (Arenas, 1935)
Archipiélago
Esta  publicación que se editó de 1943 a 1947 en Caibarién, tuvo dos  antecedentes periodísticos importantes en los que se perfiló la  formación y las aspiraciones del periodista Ramiro de Armas: Rumbos  Nuevos (Caibarién, 1935-1937) y Cúspide (La Habana, 1937-1939).
Archipiélago  rebasó los marcos locales al expresar inquietudes intelectuales,  artísticas y culturales, e incluso políticas, y recogió las primeras  publicaciones de figuras como Raúl Ferrer, Onelio Jorge Cardoso, Dora Alonso, Mario Rodríguez Alemán y Gabriela Mistral, entre otros.
Sus  números siempre aclaraban que era una revista especializada en cultura  de perfil amplio, con tirada mensual, no más de ocho páginas en papel  gaceta corriente, dos colores, a un espacio interlineal. La portada  estaba a cargo de Clotildo Rodríguez Mesa,  director artístico de la revista, y tenía siempre su logotipo (una  esfera del mundo por la cara del continente americano donde se leía la  divisa “Voz de tierra adentro para el continente”).
Quirino  Hernández fue el director de Archipiélago, como había sido antes de  Rumbos Nuevos, pero la responsabilidad intelectual de los trabajos  recaía en Ramiro de Armas.
Tenía secciones fijas tituladas: A través del Continente, Antena en el Continente, Galería de poetas, Gente de Archipiélago, Libros y Autores, Valores de Caibarién, Nuestra portada y Nuestros artistas.
Su  máxima tirada fue de mil ejemplares, pero el promedio era quinientos,  no exigió el pago de la suscripción, su distribución fue gratuita entre  colaboradores y amigos y se enviaban ejemplares a las bibliotecas e  instituciones culturales de Hispanoamérica.
Ramiro de Armas, poeta
…recuerdo  que era muy alegre, siempre animaba aquellos encuentros de La Casa de  los Poetas en el Cerro, él era el que se paraba allí delante para  empezar con una cosa muy graciosa que ya casi no recuerdo como de “ajo  con col, caracol con col con ajo”. Él y yo teníamos largas  conversaciones sobre la poesía, siempre me estimulaba mucho, me  reconocía mi forma novedosa de hacer la décima. Para mí fue un honor que  me publicara en su revista un poeta y periodista como él, me abrió los  caminos a mí que era un desconocido, y eso se lo agradezco mucho… (Naborí, 2004)
Por estas palabras del Indio Naborí se reconoce el prestigio que tuvo entre los poetas, su papel activo  como promotor de la poesía, sobre todo en La Casa de los Poetas, en La  Habana, y cómo utilizó las revistas que fundara para publicar las  primeras obras de quienes luego se consagraron como figuras de la  Literatura Cubana.
Ramiro de Armas publicó en 1937 Cromos en Arte Menor (Ensayos Negros), de 40 páginas, edición Rumbos Nuevos, con ilustraciones de Mario Cordovés; en 1938 Cartones de zafra, también de 40 páginas, por la misma editorial, situada en Caibarién,  y el propio ilustrador; en 1941 publica Yo canto a La Habana con igual editorial e ilustrador. Ejemplares de todas estas obras  pueden encontrarse en la Biblioteca Pública “Antonio Arias García” de  Caibarién.
Inéditas quedaron Señora farándula (novela sobre teatro), el poemario en verso y prosa Amistad y el libro de versos Alma.  Según el investigador Juan Francisco de la Paz, su obra inédita es la  más valiosa desde el punto de vista estilístico. También escribió letras  para canciones como el vals Silencio y los tangos La última risa y  Destino en colaboración con el músico Alfredo Sánchez y el tango Amor  guajiro con música de Caco Benítez; mientras que puso letra y música en  Caibarién y Canción de otoño.
También publicó poesía en  periódicos de la época y obtuvo premios en concursos convocados por  asociaciones de periodistas en diversos lugares de Cuba.
Ensayos Negros
Fue  su primer libro, publicado en 1937 con 15 poemas, donde se trata el  tema del negro puesto de moda en los años treinta, pero que muy pocos  lograron hacer como Guillén. Su resultado es decoroso aún cuando en  ocasiones da un tratamiento estereotipado al tema. A ese libro pertenece  el poema mencionado por Naborí titulado Caracol con col…
Cartones de la zafra
Publicado  en 1938 contiene 14 poemas de tema social. Presenta el drama de la  zafra para el campesino, el carretero, el cortador, con la explotación  de su trabajo y la miseria del tiempo muerto. Se basa en su experiencia  personal como trabajador en un central azucarero cuando era muy joven  (1922 al 26).
La patria y el imperialismo son términos que se  reiteran en varios de los poemas y expresan un sentimiento no militante  del autor.
Yo canto a La Habana
Publicado en 1941 este libro está dedicado a la memoria de José Cabrera Díaz, plasma en él “el dolor de La Habana que sufre”.
Contiene  una promoción, cinco cantos y una especie de exordio o cierre. Entre  todos hay unidad temática y estilística, continúa en lo formal el uso  del lenguaje de grupos sociales y la reiteración de palabras en busca de  ritmo y musicalidad, y en su contenido la preocupación por el  sufrimiento de los pobres.
Breve valoración de la poesía
En  el contenido de su poesía en general hay una preocupación por los temas  sociales, aunque puede afirmarse que parte de un tratamiento ingenuo,  sin afiliación política ni conocimientos profundos de las verdaderas  causas de los problemas que plantea. Desde el punto de vista  estilístico, se mantiene al tanto e incursiona decorosamente en las  corrientes literarias de su tiempo, sin que podamos afirmar que fue un  gran poeta, sí puede considerarse como un excepcional promotor de la  poesía por su labor en la Casa de los Poetas.
Para cerrar esta valoración tomamos las palabras de una figura de la cultura nacional como Luis Carbonell, quien declamó sus poemas y de Juan Francisco de la Paz, investigador.
Yo  lo conocí a través de Severo Bernal, un magnífico declamador de Santa  Clara […] me sumergí en la poesía de nuestro poeta y me gustó mucho,  (lo) considero un gran poeta, muy refinado, buen poeta. Yo no soy  crítico literario, yo nada más que recito, pro puedo decir que la poesía  es muy sólida, muy bien estructurada, sobre todo de un gran vuelo  literario. (Carbonell, 2004)
…fue un poeta decoroso, fue  un declamador simpático, con talento, y todo eso él lo unió para  desarrollar su obra de promotor de la cultura, para entrar en el mundo  de los artistas y comprenderlos; y de ahí deduzco yo, como una especie  de hipótesis, el ascendiente que tenía él en figuras y e movimientos  culturales y de pensamiento de la capital […] porque era capaz de  capitalizar esos ambientes artísticos, esas personalidades que lo veían a  él como un centro difusor porque en buena medida él terminaba siendo un  centro difusor; pero era, empezaba siendo, un artista. (de la Paz, 2004)
Algunas consideraciones finales
Consideramos  que tanto su periodismo como la poesía estuvieron a la altura necesaria  como para ser tenidos en cuenta; sin embargo, su mayor legado fue la  actividad promocional, la fundación, el aliento, el poder de descubrir  lo que trascendía a su tiempo y la modestia de potenciarlo sin querer  darse más espacio a sí mismo del que mereciera.
Su periodismo  tiene el mérito de haberse asociado a tres proyectos del interior del  país con relevancia nacional y profesar en ellos pensamiento y  proyección dirigidos a la integración latinoamericana, plataforma que  incluía el pensamiento, la historia, la cultura y la creación literaria.  Cúspide, Rumbos Nuevos y Archipiélago responden a una “política  cultural”: la promoción de intelectuales y escritores de tierra adentro,  ajenos a las élites citadinas.
A pesar de su relevante  trayectoria, no es reconocido ni siquiera en el plano local, salvo  aislados intentos emprendidos por la Biblioteca Pública de Caibarién en  el centenario (2004) y la investigación referida de Juan Francisco de la  Paz, por lo que la divulgación de esta figura de la cultura cubana  requiere de una intencionalidad institucional.
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