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La Feria siempre es una fiesta

Circular entre los puntos de venta, descubrir, manosear, escoger, confrontar y comprar, son las seducciones esenciales en cualquier feria del libro.

No importa que protestemos cada año porque a Caibarién no llegan los títulos fundamentales ni siquiera de los autores a quienes se dedica la Feria Internacional del Libro, ni que al siguiente nos defrauden de nuevo con la misma falta de consideración por los lectores de “tierra adentro”, (en nuestro caso “tierra a orillas” por estar en la costa norte del centro de Cuba). Aún así, vamos a la miniferia que se nos oferta llenos de esperanzas, y regresamos de ella con más o menos libros de acuerdo al bolsillo, pero siempre felices como quien acaba de nadar en agua fresca.

Hay quien busca títulos que enriquezcan su labor profesional, otros seleccionan pura recreación, unos terceros compran los más caros o de temáticas indescifrables solo para presumir; pero los más nos “engolosinamos” con este, y aquel, y el de más allá y nos avisamos… mira, este está buenísimo…apúrate que se están terminando…y se nos pasan las horas de un puesto a otro.

Porque la feria del libro (recuerdo: miniferia en Caibarién) alimenta la solidaridad entre los lectores, aquí le compramos a nuestros mejores amigos un regalo especial, y también recibimos ese que parece único de alguien que nos quiere bien, y dejamos apartado para el colega…mire, si viene un gordito, con un camisa verde…; claro que en las grandes ferias difícilmente coinciden tantos amigos como en esta que tiene por plaza el parque central donde cabemos todos y a la vez nos encontramos con solo pasear la mirada. Desde algún teléfono cercano puede llamarse a los morosos o consultar…mami, si me gasto todo el dinero ¿tú me prestas hasta el cobro?...

No vino Con dos que se quieran…no trajeron este o aquel…son las quejas; pero nadie me diga que se fue con las manos vacías, lo que no se vendió en Santa Clara se agota aquí como pan caliente, y el fatalismo geográfico no puede con nosotros, los fanáticos lectores de este pedacito de costa, los que todavía preferimos hojear en tiempos digitales, aún cuando reconozcamos la magia de las TICs; para nosotros la feria siempre es una fiesta.

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