El idioma universal de los tambores
 
								
				
				Si alguien duda que la música sea el idioma universal, debiera venir a Caibarién cualquier día de esos en que se forma una rumba y con un minuto tendrá suficiente para cambiar de opinión. Dicen algunos que se trata del sonido de los tambores, que lo mismo sucede con el taiko, la caja vallenata, el derbake o la tumbadora.
Creo que sí, que la fuerza de un tambor para entrar por el oído hasta  la sangre y correr por las venas a todos los rincones del cuerpo humano  es cierta; de qué otra manera se explica que quienes no son bailadores  salgan al ruedo sin contenerse. Bailar es precisamente la afición de  quienes en Caibarién integran el Club de Amigos de la Rumba, mostrar ese ritmo cubano a los coterráneos y a quienes nos visitan se ha convertido ya en una expectativa de cada encuentro. 
El  pasado fin de semana el portal del restaurante España de Caibarién  sirvió como sede a la peña rumbera, grupo donde coincidieron la mulata  Alina, especie de Oshún local, una niña rubia de ojos azules que puso  todo su empeño en aprender lo que de alguna manera inexplicable ya  sentía y unos turistas ¿alemanes?...bueno, caucásicos puros…que en honor  a la verdad tomaron muy bien el ritmo. Lo  llamativo es que este grupo de caibarienenses surgió espontáneo, con un  representante o promotor natural que no es, por cierto, quien más sabe  de rumba; pero sí de organizarlos,  mantener la disciplina, coordinar  con las autoridades para algún aseguramiento como un local o  determinados insumos, convocar a intelectuales y estudiosos de los temas  afines, celebrar fechas patrióticas o folclóricas.
Lo  llamativo es que este grupo de caibarienenses surgió espontáneo, con un  representante o promotor natural que no es, por cierto, quien más sabe  de rumba; pero sí de organizarlos,  mantener la disciplina, coordinar  con las autoridades para algún aseguramiento como un local o  determinados insumos, convocar a intelectuales y estudiosos de los temas  afines, celebrar fechas patrióticas o folclóricas. 
Y así, sin  obligaciones ni metas, ni planes de trabajo, a veces hasta con un poco  de celo por parte de algunos representantes del sistema institucional de  la Cultura que no logran igual convocatoria, cada mes se forma una  rumba en Caibarién con amigos invitados, músicos que llegan desde las  vecinas ciudades de Remedios y Camajauaní para hablar el idioma  universal de los tambores.
 
       
		
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