Marinas en Caibarién
(acercamiento a 30 años de un Salón)
El tiempo corre a una velocidad imperceptible que solo se nos hace evidente, a veces aplastante, pasados los años. De pronto, este reciente diciembre, tropecé con que el Salón Marinas de Caibarién llegaba a sus treinta. Por cierto, de pronto me sorprende que con bastante frecuencia últimamente le suprimen la s, marca de plural, y lo llaman Marina, en inocente traición a su nombre original.
Pero, digresiones lingüísticas aparte, el asunto está en que el más antiguo salón de las artes visuales en Villa Clara, que honra a Leopoldo Romañach, aquel que inmortalizó con su pincel nuestros paisajes marinos, sobrevivió a todo tipo de avatares “contra viento y marea”.
Recuerdo a sus fundadores: un grupo de entonces muy jóvenes artistas locales con una galería recién nacida, empeñados en revivir el Colectivo Plástico, dispuestos a escuchar al maestro Clotildo Rodríguez, ávidos de aprovechar el espacio y las circunstancias favorables al quehacer plástico. Nombres como Arnaldo, Gazapo, Fernando, Domingo, Mellita… y otros que pierdo en el tiempo, forman la lista de aquellos.
Llegó el llamado período especial y las privaciones fueron extremas, pero el Marinas resistió; marcharon a otros lares algunos de sus fundadores y el Marinas sobrevivió; tuvo ediciones catárticas por trabas en la organización, censura, carencias, falta de rigor en la admisión…pero siguió allí cada diciembre aun cuando la Semana de Cultura en Caibarién que lo tenía como evento principal, se fue a otra fecha.
Al cabo de treinta años sobre todo me admira el gran empecinamiento por mantenerlo, contagioso, hereditario…bendita “enfermedad” en bien del Arte que lo trajo hasta hoy.
Artículos relacionados:
0 comentarios