Desde Caibarién: pensar a Martí
Pensar a Martí, desentrañar sus mitos y misterios, reinterpretar palabras que escribiera en circunstancias azarosas o momentos sublimes, hacerlo real, saber por qué le quisieron o traicionaron, comprender sus sentimientos…han sido constantes en un evento que por casi veinte años reúne a caibarienenses de todas las edades, niveles escolares, ocupaciones y preferencias.
Si bien nunca fue selectivo, la propia esencia de su manera de acercarse al Maestro, marcó que el Taller Martiano de la Biblioteca Municipal Antonio Arias García, no fuera masivo, eso lo distanció e hizo mejor respecto a maratones formales donde algunos repetían sin comprensión real lo que alguien antes llevó a los libros.
Pero, solo quien no hubiera estado en alguna de sus ediciones podría creer que tal profundidad lo hiciera elitista, nada mejor que ver a un grupo de pioneros de la enseñanza primaria educados en el amor a la naturaleza con una esencia profundamente martiana, exponer ante los talleristas, y al profesor de lenguas extranjeras que exploró los consejos de Martí acerca de ese tipo de enseñanza, o la historiadora siempre atenta al papel de las mujeres en la vida del Apóstol: su madre, sus hermanas, sus novias, la esposa, María, Carmen.
En el sobrio espacio de la biblioteca local, no faltó cada año hasta hoy, junto a la imagen de José Martí, el ramo de rosas blancas en un recipiente de agua clara, “para que el vaso no fuera más que la flor”; allí, como en sagrado recinto, cada diecinueve de mayo revivió el hombre, el patriota, el padre, el amigo, el enamorado y también el periodista, el pedagogo, el diplomático.
Hace casi dos décadas, llenos de agobios materiales, un grupo de caibarienenses apostaron por la elevación en los sentimientos, Martí contenía todas las claves para entender la vocación de servicio a la humanidad, el alma por encima de lo impuro, la entrega a una causa sin pedir nada a cambio.
Desde entonces, cada aniversario de su entrada a la gloria es un nuevo acicate para mejorarnos a partir de la visión individual que aportan cubanos sin academia, gente de a pie, que asumen desde sus perspectivas personales la prédica y la obra del cubano inmenso y la convierten en práctica cotidiana, ejemplo de lo que significa ser “profunda y convencidamente martianos”.
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