LAS SIRENAS: ¿ROMÁNTICAS O SANGUINARIAS?
Por: Emilio Comas Paret Se cuenta que las leyendas de las sirenas surgieron de la mitología greco-romana, aunque aquellas no eran como las nuestras, si no muy buenas cantoras, y mujeres de la cintura hacia arriba pero con alas y patas de ave.
En las mitologías asiáticas las sirenas se conocían como diosas marinas, encantadoras de la cintura para arriba y hacia abajo con cola de pez.
Los pueblos del continente americano basaron sus leyendas de sirenas al igual que los asiáticos, con la representación gráfica de mujer – pez.
En la Odisea de Homero, las sirenas tratan de detener a Ulises cuando cruzaba por el estrecho de Mesina cantando sobre los islotes de Escila y Caribdis. Como todos sabemos el haber taponado con cera los oídos de los marineros y haber amarrado al propio Ulises, que oía perfectamente los seductores cantos, al palo mayor de la nave, impidió la catástrofe.
De Galicia hay una historia muy conocida referida a las mariñas. Se dice que don Juan Frojaz se casó con una bella mujer llamada Mariña, que realmente era una sirena, y tuvieron varios hijos dando lugar a la familia conocida como Los Mariños de Lobeira.
En los mares de Cuba también han existido sirenas.
En el segundo viaje de Colón se cuenta que al fondear las naves en la Laguna de la Leche, cerca de la actual ciudad de Morón, provincia de Ciego de Ávila, se vieron de noche cerca de sus embarcaciones, unas cuantas sirenas negras.
Pero la sirena cubana más famosa es la de Caibarién.
Facundo Ramos cuando en el siglo XIX escribió su libro Cosas de Remedios, narró lo siguiente:
“Las que se han encontrado en las aguas de Caibarién suelen aparecer, en algunas noches de luna, flotando suavemente por el medio de la Canal de Los Barcos. Está formada, de medio cuerpo para abajo, como un pez grande, semejante a una tintorera, (todavía hoy en Caibarién los pescadores le llaman tintorera al pez martillo o cornuda de cruz), y de medio cuerpo hacia arriba, es el busto de una mujer hermosísima. Su color es de un blanco pálido y sus facciones como de la más perfecta circasiana.
Sus ojos son de gacela, y guiña mucho el ojo derecho, sobre todo cuando ve al algún marinero que le gusta: enseguida le hace la seña del tres…
Pero lo que más enloquece, gusta y fascina, es la dulzura de su voz, que produce un canto tan melodioso que atrae a todos los marineros que pasan por allí cerca. Varios han perecido ya, víctimas de sus halagadoras notas musicales; han muerto bajo las ondas y despedazados por su cola”.
Mi abuelo Ramón, pescador de muchas lunas y tormentas en la cayería de Caibarién tenía otro final para esta historia, decía que cuando los pescadores embobecidos se acercaban a la sirena, esta se convertía toda en una tintorera, según él el pez más fiero de la mar, le faja hasta a su propia sombra, decía; y era devorado totalmente.
Resulta interesante que el famoso pintor cubano René Portocarrero tenga tres de sus obras dedicadas a la sirena cangrejera: “La sirenita de Caibarién”, “La sirenita con cobo de Caibarién” y “Sirenita acriollada en espera”.
Yo tengo la suerte de contar con la obra de un artista cangrejero que la recuerda, y conocí, en conversación con el escultor Florencio Gelabert, de la idea de hacer una escultura para situarla en la propia Canal de Los Barcos, que ahora es parte del pedraplén Caibarién – Cayo Santa María, y le da acceso a los nuevos hoteles construidos para el turismo. Desgraciadamente, la muerte se lo impidió, pero no me cabe duda de que algún artista con deseo recoja esta bella idea y la ponga en práctica, haciendo realidad la leyenda, aunque, por supuesto, que será menos sanguinaria.
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