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Jengibre y canela

Rumba en Caibarién

Una mulata coquetea desde la cintura a los ojos, de los labios a las manos que toman la supuesta falda y retan al hombre; él, viril la rodea como en cortejo amatorio: gallina y gallo, Oshún y Changó, y el repique de tambores que se cuela por el oído hasta la sangre y en ella hasta el corazón…nadie sabe de qué modo van saltando al ruedo bailadores de todas las edades, procedencias y colores: una mulatona demasiado china para no tener de asiáticos, un escultor de perfil caucásico, el coleccionista e investigador casi “albino”, negras con blancos y hasta pequeños que recién comienzan a caminar… y la rumba que crece, vibran los cueros…repique, repique pique, repique repique pá…

Rumba CaibariénYa te cogeré domada,
ya te veré bien sujeta,
cuando como ahora huyes,
hacia mi ternura vengas,
rumbera buena;
o hacia mi ternura vayas
rumbera mala.

Los vetustos muros de piedra de cuatro metros de altura amparan a tocadores y bailadores como si agradecieran aquella sangre negra que los levantó bloque a bloque hace más de ciento cincuenta años, el sudor y el ron emiten sus aromas y el domingo termina a punto del medio día solo porque una voz llama a la cordura: “Vamos, muchachos, que esto se acabó”.

Nadie protesta, sencillamente desaceleran el toque, cierran y se despiden, algunos como si se abrazaran sin tocarse, otros con un estrechón de manos, termina así el encuentro de abril del Club de amigos de la Rumba en Caibarién, una treintena de personas agrupadas voluntaria y espontáneamente alrededor de una pasión: la Rumba, y una premisa: el respeto a la patria y la bandera.

Rumba CaibariénDesde octubre de 2012 hasta hoy, una mañana de domingo de cada mes se habló de un tema (los próceres, la salud del presidente amigo, las deidades de origen africano y su fusión con el santoral católico: Elegguá, Babalú Ayé… para luego llegar a la ejecución de la Rumba, toda un representación escénica que tiene como sede el centro recreativo La Ruina, antigua construcción española en Caibarién; también puede derivar hacia el son y otros parientes musicales o, como en esta ocasión, al reconocimiento a un tocador que por años ejecuta y enseña el arte de percutir los tambores, todos lo llaman por su apellido: Rivero.

No constituyen un proyecto cultural, ni los prohija presupuesto económico alguno, entre sus miembros preparan una merienda, compran algo de bebida y se convoca a la fecha escogida, invitan a personalidades locales, una especie de promotor espontáneo de nombre Eddy Pérez Guevara los organiza; comienzan a  esperar el próximo encuentro desde que terminan el presente.

Pero no significa que estén desamparados, de hecho, este fin de semana los acompañó uno de los vicepresidentes del Consejo de la Administración de Caibarién, la prensa de los medios locales y artistas que disfrutan del ambiente.

No se proyectan por un crecimiento desmesurado, prefieren ser pocos en bien del ambiente familiar y de pleno disfrute de la rumba que los une, comienzan a sentar precedente, quizás dentro de un tiempo serán referencia para turistas o neófitos en el tema, por ahora, son un grupo de caibarienenses que disfruta de forma sana de un ritmo que es Patrimonio Cultural de la Nación.

Ritmo compuesto por toques, cantos, bailes y pantomima, hunde sus raíces en la época colonial, y es una de nuestras manifestaciones musicales de mayor prestigio folclórico y popular. Le dieron origen negros libres y sus descendientes, provenientes de etnias africanas como  la lucumí, ganga, arará y la gangá-bantú, pero puede considerarse un género mestizo por la belleza y originalidad con que se engranan aportes europeos y africanos. Así lo explica el investigador Lenin Flores en el conversatorio que inicia cada encuentro.

La rumba
revuelve su música espesa
con un palo,
Jengibre y canela…

(Fragmento del poema: Rumba, de Nicolás Guillén)

Rumba Caibarién Rumba Caibarién

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